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ACTUALIDAD | Solemne Quinario 2020.

Ayer abrían las puertas la Ermita de San Gregorio al culto en el primer día del Solemne Quinario al Santísimo Cristo de la Vera-Cruz.

Supuso una jornada entrañable, por lo especial que este culto es para los cruceros, además de reconfortarte, por el bálsamo de esperanza que nos ofreció Dios en la Vera-Cruz, al podernos encontrarnos con Él, de nuevo, en estas terribles circunstancias sanitarias que nos rodean. Se dirigía nuestro Hermano Mayor a los fieles, invitándonos a la oración por el fin de esta pandemia y a ser solidarios con los afectados. Se unía, así, al luto oficial proclamado; de hecho, el estandarte de nuestra Hermandad porta un crespón negro por todas las víctimas.

En la profunda predicación del primer día del Solemne Quinario, D. José Francisco Duran Falcón, Delegado Diocesano de la Pastoral Juvenil de Sevilla, nos habló sobre la libertad que nos ofrece el Señor dándonos su paz, invitándonos a reconocer su Cruz. En sus palabras: "Hoy en la Capilla de San Gregorio, que abre sus puertas al culto, tenemos el privilegio de ser 40. Pero hoy aquí no se cabe. Está todo el pueblo de Alcalá del Río con nosotros unidos en oración: niños, mayores, enfermos... todos están. Venimos a encontrarnos con el Señor en este extraordinario Quinario ofreciéndole nuestra vida al Señor para Él nos muestre su voluntad".

Lucían nuestros Titulares en el dosel plateado tan clásico del Quinario, en un armonioso y elegante altar con todo el añejo sabor de este precioso culto. Divina Presencia del Stmo. Cristo de la Vera-Cruz en el presbiterio de nuestra Capilla del Señor San Gregorio de Osset, con motivo de la celebración de los Cultos en su Honor, por su SOLEMNE QUINARIO; Él que infunde en nuestros corazones los más vivos sentimientos de Fe, de Esperanza y de Caridad, se muestra ante sus hijos, fieles y devotos con el antiguo velo de tul de seda bordado en oro con motivos florales y cenefa perimetral con hojas de acanto, roleos y motivos vegetales, rematado con flecos de canutillo en hilos de oro. Exquisita pieza de la que la Hermandad tiene pruebas documentales gráficas de finales del siglo XIX. Su Divina Efigie muestra potencias en plata sobredorada de la década de los 50 del pasado siglo. Este velo (Parokhet, en hebreo) que caracteriza a Nuestro Sagrado Titular y que luce en su paso procesional en la estación de Penitencia del Jueves Santo; así como en celebraciones extraordinarias de cultos, tanto en su Capilla como en la Iglesia Parroquial, es una alegoría al velo del templo que en el Libro del Éxodo se hace  referencia como obligación indicada para su construcción: "...allá, detrás del velo, llevarás el Arca del Testimonio, y el velo os servirá para separar el Santo del Santo de los Santos" (Éx. 26 31.33). Este velo es el que en el momento de la expiración de Jesús, en su crucifixión en el Calvario, se rasgó como evento de naturaleza "teofánica" (manifestación divina). Se rasgó "de lo alto" (a partir de Dios, por su iniciativa) ; por ello, esta rotura corresponde a la eliminación de lo que se interponía entre el lugar de la Alianza y el lugar de la ofrenda y el pueblo. El último suspiro del Bendito Cristo se la Vera-Cruz elimina la separación cultual; la distancia entre Dios y el hombre es colmada por Cristo. Con su muerte todos tenemos libre acceso a la Salvación. No sólo es que Dios está con nosotros todos los días hasta el final del mundo, sino que nos ha abierto el camino para que nosotros, desde  ahora, podamos estar con Él. Alabado sea tu nombre, ¡Bendito Cristo de la Vera-Cruz!.

¡Oh, Virgen de las Angustias! Tú resplandeces siempre en nuestro camino y nos llenas de esperanza y paz. Así se muestra Nuestra Bendita Madre, con manto bordado en oro de realce en tisú verde manzana  y saya blanca de volantes. Engalanado su hermoso rostro con encaje "punto Duquesa" y tocada con antigua mantilla de encaje de Bruselas. Sobre su sagrado pecho antiguo conjunto de "mariquillas" verde agua, alfiler de oro de ANGUSTIAS, y cruz pectoral de malaquita. En su centro, antiguo prendedor "Estrella de Avignon" con turmalinas (estreno).
En sus amorosas manos, pañuelo de encaje de Bruselas, ramillete en plata sobredorada de flor de azahar, perlas y zirconios; rosario de oro y perlas blancas, medallón de oro con la efigie de Juan XXIII y guardapelo de Reverte en oro y rubí. Muestra, Nuestra Señora, cotilla en oro de realce y sedas polícromas, Cíngulo de General y Medalla de Oro de la Villa. Sobre sus Divinas sienes, corona de los Rull (XVIII).
A Ti nos encomendamos, Madre de las Angustias, que al pie de tu Hijo, el Stmo. Cristo de la Vera-Cruz, nos fortaleces y ofreces Su protección. Tú, Salvación de nuestro pueblo, conocedor de nuestras necesidades, estamos seguros de que concederás nuestras peticiones para que vuelva la alegría a nuestras vidas, después de esta dura prueba. Nos encomendamos a Ti, Madre, que brillas en nuestro caminar, ¡Oh, Clementísima, Oh, Piadosa, Oh Dulce Virgen de las Angustias!
Amén.